viernes, 18 de julio de 2014

(14) (poemario PERCUTOR) - Vanessa Ramos

Puta y péndulo sin tiempo
insolente respiración de libertad aunque sobornes mi placer
y mis silencios,
son baratos,
también mis ojos cuando parpadeo para el infinito.

Lágrima o escupitajo, ¿cómo podrías saber la diferencia?
si el mar fuera delgado como hilos de baba de caracol
no sabrías reconocer el camino aunque te fuera la vida
en aprender la diferencia entre surcos y abismos,
entre la ternura antes de un tibio beso y
la lucidez de mil barcos abriendo el mar para besar las estrellas
en la profundidad de los cielos de mi pecho…
¿cómo sabrías que la oscuridad ha cubierto los poros de tus laberintos
y que se hace difícil respirar sin la madriguera de la coneja que juega
en la luna?
Acaso sospechabas que las caricias se han apoderado de esta insurrecta
adicta del polvo de mar y que no hay rincones en mí en donde
no hayan estrellas socavado las puntas de su placer.

No sabrías nunca entonces la libertad de ser palabra y viento
a la vez,
sin miedo, sin laberintos, sin flores muertas
para jardines de cemento en el centro de los cementerios
que has creado para poblar tus días, de supuestos vivos muertos
muertos vivos
como permanecía yo, con aquel ramo entre las manos
con el paso perpetuo hacia mí, que eras tú
aunque puta, siempre tú.

No tejí senda alguna, sólo construí una cocina vieja
en donde herví miles de atoles, blancos como yo,
calientes y picantes, como yo,
sustanciosos, como yo…
mas tú, moriste siempre de hambre.
Siendo yo semilla y vos carne,
qué podríamos haber sembrado en el centro de la osadía
de transformar los volcanes en gigantes edificadores de poesía,
barata o no,
como yo,
aquello era posible, sólo en el cause de profanar lo establecido,
de ir contra la corriente
de escudriñar nuestros rostros para tantearnos entre aquel
gran elogio a la mentira que era este poblado gris y sus peldaños,
aquella montaña gigante de insatisfacciones…
quién, quién era yo para dártelo todo?

Siglos después, entre las mariposas que construyen esta casa,
con cocina, conejas y atoles,
sigo siendo la misma puta, ahora más barata que antes,
más viva,
más feliz
y libre al fin.



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